Sobre los sentimientos no hay manual de instrucciones, ni maqueta de lego, ni cubo de Rubik, no hay llave que abra el candado. No hay nada que se pueda hacer, aunque muchas veces un "te quiero", como ya dijeron, signifique "quiéreme". Es así. Un día, nada perceptible ocurre aunque algo pase y, de repente, sientes. Y ya no vuelves nunca más a ti. Da igual que regreses a casa, que deshagas las maletas, que vuelvas al café de las mañanas, que abras los mismos libres y escuches esa canción. El mundo sigue girando, pero tú ya no vuelves a ser el mismo.
Abrí los ojos. Frente a mí se extendía un florido campo lleno de flores de numerosos colores. Cada una de ellas distinta, diferente. Con un olor y textura que hacía a cada una de ellas especiales. El inmenso cielo azul se abría paso sobre mí. Unas pocas nubes se movían en la dirección de la melodía que creaba el viento. Aspiré su aroma y mis sentidos explotaron. El sol resplandecía, iluminando mi pálida piel. En el centro de toda esa belleza, estaba yo. Vestía un primaveral vestido de flores rojas, azules y blancas. Mi cabello, suelto al viento, formaba una cascada cobriza sobre mi espalda. Y, lejos de mí, estaba él. Le observé detenidamente, quedándome con cada uno de sus rasgos. Vestía una camiseta blanca simple y unos vaqueros rotos, pero aún así estaba guapísimo. Levanté la vista y clavé mis verduzcos ojos en los suyos. Esos ojos de un color azulado. Un azul suave y natural que me inspiraba confianza. Me hipnotizaba. Dentro de ellos había un brillo especial qu...
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