Tristeza, dolor y soledad. Tres palabras, tres sentimientos que van de la mano junto a mi cada día, entre las sombras; lejos de las miradas de amabilidad y comprensión de los demás. Ocultos tras mi máscara perfecta cruelmente ensayada, disfrazados tras una sonrisa frágil pero radiante. Ahí están: escondidos pero presentes.
Aún recuerdo cuando no significabas nada para mi. Cuando no era consciente de tu existencia. Pero ahora tu eres la razón por la que tengo estas horribles ojeras bajo mis ojos, por la simple justificación de estar hasta las cuatro de la mañana pensando en ti. Es extraño cómo una persona puede significar nada para ti pero en unas pocas horas, días, semanas o meses puede convertirse en tu mundo, en tu sol, en tu universo, incluso aunque esa persona al final acabe hundiendo tu corazón en un mar de arrepentimiento dejando un huracán de memorias agridulces tras de sí.
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