Último día del año.
Ahora es cuando empiezas a pensar en los propósitos que nunca cumplirás.
Empieza la época de echar de menos a los que faltan en la mesa, a los irremplazables.
Comienzan los días en casa y películas navideñas.
En pasar un tiempo en familia, rodeado de las personas que más quieres.
Empiezas a pensar en todo lo que has dejado a lo largo del año y lo cambiada que está tu vida respecto al año pasado.
Te paras y piensas en los que te fallaron, en los que perdiste, y te acuerdas de los que, aunque se hayan ido, jamás olvidarás.
Te das cuenta que la vida es un día a día constante y que cada momento es un mundo, porque ya sabéis que un momento no es igual que el anterior ni como el siguiente.
Te das cuenta de cómo han llegado a tu vida personas que hace 365 días ni te imaginabas...
Brindar por los que siguen a tu lado a pesar de todo, por aquellos que más que amigos se comportan como hermanos.
Por los que viven tus mejores recuerdos y te ayudan a superar los peores.
Por los que une el verano y te acompañan en todas las estaciones del año.
Por los tuyos y por ti.
Sobre todo brinda por ti, porque solo tú sabes lo que has superado, porque solo tú sabes lo que has llorado y sufrido...
Porque sólo tú sabes cuando la única opción es seguir y tienes los huevos de ponerte en pie y seguir adelante.
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